Juegos competitivos o cooperativos

Juegos competitivos o cooperativos

sÚltimamente estoy leyendo bastantes artículos que tienden a «demonizar» a los juegos competitivos. Tienden a considerarse poco educativos frente los juegos cooperativos-no competitivos que se consideran más educativos. Si bien es cierto, que la tendencia de la sociedad en la que vivimos, tiene a premiar las actitudes individualistas, poco empáticas y competitivas, también es cierto que no se puede decir que la competitividad es mala «per se».

Juegos competitivos

Una competitividad mal entendida, puede ayudar a anular al compañero que pierde y aumentar el ego del ganador. Por contra, una derrota mal entendida puede conllevar a la frustración de quien la sufre. Esta lectura de los resultados, depende de la persona que asume estas victorias o derrotas y en el caso de los más jóvenes depende del educador que enseña asumir estos resultados. Este es el «quid de la cuestión»; el educador tiene un papel fundamental a la hora de enseñar a valorar ambos aspectos y las dos situaciones pueden ser igual de educativas.

Si una juego es competitivo, esta competencia puede ayudar a mejorar varios aspectos de la personalidad de un joven en varios ámbitos:

  • Le puede ayudar a asimilar las victorias (respeto al contrincante) o derrotas (no siempre se gana) si el educador le enseña respetar al compañero. La vida está llena de éxitos y fracasos y hay que aprender asumirlos de manera positiva. Hay que saber reconocer la derrota. Debemos enseñar a ser humildes en la victoria. Deberíamos  esforzarnos por mejorar a nivel personal. Tenemos que entender al contrincante….
  • Los juegos competitivos deberían ayudan a potenciar la cooperación, ya que este tipo de actividades pueden jugarse por equipos y estos han de colaborar para lograr superar los retos marcados.
  • Los juegos competitivos pueden ayudar a mejorar los errores propios y a superarse a si mismos. Esto ayudará a mejorar a nivel personal en las repeticiones que se realicen en este tipo de actividades.
  • Si estos juegos están bien orientados por el educador, enseñarán a disfrutar de la actividad y no del resultado.
  • A través de estos juegos, es más fácil enseñar a valorar el esfuerzo que con los juegos no-competitivos.

No tenemos que aislar a nuestros jóvenes, evitándoles vivir sentimientos de decepción por la derrota. Tenemos que ayudarles a gestionarlos de manera positiva. Una derrota puede ser tanto o más educativa que una victoria si nos lleva a mejorar y a superarnos en nuestros límites y a respetar al contrincante. Por contra, una victoria nos podrá ayudar a mejorar nuestra empatía hacia la gente que nos rodea si respetamos a nuestros contrincantes.

Como conclusión, podemos decir que el planteamiento de un juego competitivo no es ni mejor ni peor que uno no-competitivo. Cada uno consigue los mismos objetivos de distintas maneras. Ambos serán tan educativos como la persona que lidere ambas actividades. Con los dos enfoques podremos conseguir los mismos objetivos pero de maneras diferentes.

Evitemos que nuestros hijos pertenezcan a la «generación de cristal» evitándoles enfrentase a situaciones de fracaso, pero enseñémosles a valorar su esfuerzo y su compromiso para que valoren los esfuerzos por encima de los resultados… eso si teniendo en cuenta que querer ganar tampoco es malo

El Juego perfecto (6/6) (La evaluación)

El Juego perfecto (6/6) (La evaluación)

Si  realizamos una actividad que no es evaluada posteriormente, perdemos una importantes oportunidad de aprender de nuestros errores y aciertos. Es necesario analizar aquello que hemos hecho desde distintos puntos de vistas, ya que ello implicará obtener una visión global de lo ejecutado. Los aspectos a analizar deberán ser variados y a su vez, cada uno ellos desde observarse desde distintos puntos de vista:

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  • La propia actividad ( ¿cumplió los objetivos? ¿fue bien explicada? ¿se desarrolló conforme a lo planificado? ¿resultó entretenida? ¿hubiera sido mejor ejecutarla de otra manera? ¿fue adecuada para su edad?…)
  • Los participantes: (¿Cómo participaron cada uno de los jugadores? ¿se involucraron todos en la actividad? ¿qué aspectos mejoraron tras su participación? ¿surgieron conflictos?)
  • Los directores: (¿participaron todos en su ejecución? ¿que aspectos habría que cambiar de cada director? ¿cuáles fueron los aspectos más positivos de cada uno? ¿qué rol asumieron cada uno?…)
  • La preparación de la actividad: (¿Hubo material suficiente? ¿el entorno era el adecuado? ¿fue suficientemente planificada?).

Resultado de imagen de evaluacion¿Quién debe evaluar? Obviamente a esta pregunta solo existe una respuesta posible: tanto los participantes como los directores del juego, ya que son todos ellos los que mejor pueden juzgar la correcta ejecución de cada actividad. En algunos casos, es interesante que exista una persona que esté observando la actividad sin tener ningún tipo de responsabilidad sobre la misma, ya que de esta manera podrá evaluarla de una manera más precisa.

Sobre la manera o método para realizar una evaluación, existen distintas alternativas:

  • Dinámicas que permiten analizar la actividad . Puede ver aquí varios ejemplos
  • Mediante cuestionarios que cumplimenten cada uno de los participantes .
  • Mediante reuniones des-estructuradas que permitan hablar libremente sobre cada actividad.

El resultado de la evaluación debería poder guardarse para que sirva a mejorar posteriores planificaciones y de esa manera, evitar errores futuros.

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